Sustituir en mi vida la fuerza por la valentía

Aprender a vivir desde el amor propio es una tarea que dio inicio hace algunos años, y como te comenté en otro blog, esta búsqueda y entrega han requerido de mí: 

 

    • La decisión de aprender a ser mi prioridad.

    • De conocer mi luz y mi sombra.

    • Reconocer que mi valor no viene de lo que hago sino de quien soy.

    • De identificar mis patrones de conducta y de revisar si aún debían seguir vigentes o no, confrontar mis miedos y aceptar la vulnerabilidad.  

    • De años de terapia e introspección que me llevaron al autoconocimiento y la autoaceptación.

    • Desear dejar de ser víctima para poder dejar atrás las heridas del pasado. 

    • Aprender procesos de perdón radical y aceptación. 

    • Confiar más en mí misma.

    • Aprender a reconocer, validar y gestionar mis emociones. 

    • Escuchar y atender más mi intuición a través de mi cuerpo. 

    • Enfrentar mis miedos a fallar y no saber.

    • Aprender a no temerle a la incertidumbre ni a la vulnerabilidad.

    • Asumir la responsabilidad de mis pensamientos, sentimientos y acciones.

    • Aceptar mis fracasos sin justificarlos. 

    • Aprender de mis errores y pérdidas.

    • Aprender a escuchar activamente. 

    • Considerar las dificultades, problemas o crisis, como oportunidades de evolución y expansión de nuestra consciencia. 

    • Desarrollar la resiliencia para poder enfrentar las adversidades.

    • Aprender a ser más compasiva conmigo misma y dejar de culparme.

    • Cambiar lo que está en mis manos hacer y soltar con amor aquello en lo que no tengo ningún control.  

    • Centrarme en mis fortalezas.

    • Priorizar el “nosotros” en mis relaciones.

    • Validar emocionalmente a los demás.  

    • Ante todo paciencia y respeto a mi misma para poder ir dejando en el pasado lo que ahí sucedió y poder ir dando un paso a la vez.  

 

Según Bruce Metzger: “En general, las personas fuertes poseen madurez emocional y mecanismos de defensa adaptativos”.  Ahora lo sé, pero antes del analfabetismo emocional en el que vivía no tenía la menor idea qué era tener madurez emocional.  La madurez emocional es la capacidad que tiene una persona para afrontar los diferentes acontecimientos de la vida de manera equilibrada. Asimismo, tiene las herramientas necesarias para gestionar las situaciones que le toca vivir a lo largo de la vida.  Yo no las tenía, pero al decidir dejar de sentirme víctima de las circunstancias de mi vida y aprender a hacerme cargo de mis pensamientos, sentimientos y acciones poco a poco he ido aprendiendo y adquiriendo conocimiento y destrezas para aprender a amarme de una manera consciente y respetuosa.  Considero que voy por buen camino.  Soy cada día una mujer con más madurez emocional.  ¡Ánimo mi amada comunidad de almas conscientes! Si yo pude, tú también puedes.  

Me despido bendiciendo tu vida, tu ser y tu quehacer.  

Carolina Alcázar